Qué es una incrustación dental
Si un paciente sufre una caries, un bruxismo de cierta gravedad o incluso un fuerte golpe que provoca daños al diente, la reconstrucción es insuficiente. Sin embargo, el daño no llega a ser tan grave como aquel que debe ser reparado con las coronas que se utilizan a modo de recubrimiento, el cual es total. Es en este tipo de casos cuando los odontólogos recurren a la incrustación dental.
Qué es
La incrustación dental es un proceso odontológico cuyo principal objetivo consiste en recuperar aquella parte de la pieza dental que ha sido perdida. Si la estructura del diente es bastante inferior a la que debería tener, siempre se suele recurrir a este tratamiento catalogado como conservador.
En la mayoría de casos la incrustación dental se lleva a cabo en los molares, aunque también es útil para otros dientes. En cualquier caso, se hace adaptándola a las medidas del paciente, para que la cementación y posterior colocación fructifiquen en forma de una pieza dental restaurada que recupera tanto la funcionalidad como la estética que tenía antes.
Tipos de incrustaciones dentales
La incrustación dental se divide en varios tipos dependiendo de dos aspectos importantes: las dimensiones a abarcar y el material utilizado.
Según el Tamaño
En función de la gravedad de los daños que presentan las piezas dentales a tratar, pueden aplicarse incrustaciones dentales de mayor o menor tamaño.
Inlay
Es la incrustación dental más pequeña, no llegando a cubrir ni una sola cúspide.
Onlay
Las incrustaciones dentales de tamaño medio son conocidas como Onlay, consistiendo básicamente en restaurar el diente abarcando solo una de sus cúspides.
Overlay
Si los daños son graves, la incrustación dental será de considerable tamaño, abarcando ambas cúspides. Es entonces cuando hablamos del tipo Overlay.
Según el Material
Generalmente el odontólogo suele recomendar al paciente un material en concreto, aunque la elección final ha de realizarla el afectado por la caries, el golpe o el bruxismo. Es importante tener en cuenta las ventajas e inconvenientes de cada tipo para tomar una buena decisión.
Porcelana
Sin duda alguna es el tipo de incrustación dental que más acostumbran a aconsejar los odontólogos con mucha experiencia. Y no es para menos, puesto que son unas de las que presentan una mayor durabilidad. Hablamos de un total que ronda los treinta años.
Por si fuera poco, la porcelana suele evitar que tenga que acabar colocándose una corona. Además, la pieza dental pasa a recuperar la apariencia que tenía originalmente.
Composite
La duración es considerablemente inferior en comparación con la porcelana, sea cual sea el tipo de composite al que se recurra, desde el híbrido hasta aquel compuesto por micropartículas. Asumiendo el riesgo de que en cinco o pocos años más puede acabar cayendo, es una buena opción. Pero los pacientes que quieren asegurarse una óptima durabilidad optan por la porcelana o por el siguiente tipo de material.
Amalgama
Su nivel de duración es similar al de la porcelana, aunque cuenta con una desventaja a valorar: es muy difícil disimular su presencia, ya que el color -independientemente de si es oro o plata- es muy distinto respecto a la tonalidad original del diente. Por otra parte, es la más cara de las tres.
Cómo se hace una incrustación dental
Si es la caries el motivo que ha dado pie a que se dañe la estructura del diente, lo primero que hace el odontólogo es acabar con ella por completo. Después se le da forma al hueco existente, haciendo una impresión de toda la pieza para que en el laboratorio puedan fabricar la correspondiente incrustación, adaptada a la perfección a la cavidad.
Antes de dar este paso, la primera de las sesiones es aprovechada para reforzar ese diente que, en caso de no ser rellenado temporalmente, podría sufrir daños, por ejemplo al masticar. En la segunda sesión se retira esa medida provisional para que la incrustación dental se adhiera a la cavidad y a todo el diente en general.
Contraindicaciones
Para poder aplicar este tratamiento odontológico, la forma del diente debe ser normal. Por su parte, la corona ha de contar con el tamaño necesario con tal de que la incrustación llevada a cabo sea retenida, manteniéndola en su sitio con el paso del tiempo. En caso contrario, se considerará una contraindicación.
Hay otras contraindicaciones a tener en cuenta, como la de hacer uso del diente que se ha visto afectado para soportar una prótesis, independientemente de si es removible o parcial fija.
Por último, tampoco han de someterse a una incrustación dental aquellas personas que suelen tener caries, así como las que no acostumbran a higienizarse la zona bucodental con regularidad y de manera correcta.
Más preguntas frecuentes
Aunque la incrustación dental es un tratamiento bastante habitual en las clínicas odontológicas, tal vez tengas más preguntas que requieran ser resueltas antes de decidirte por completo a solucionar tu problema con esta técnica.
¿Duele una incrustación dental?
No, la incrustación dental no duele. Eso sí, ten en cuenta que durante los días posteriores seguramente notarás una mayor sensibilidad hasta que el diente se adapte por completo a su nueva situación.
¿Se puede fumar después de una incrustación dental?
Aunque sí se puede fumar, los odontólogos lo desaconsejan por completo para acelerar precisamente este proceso de adaptación e integración en la estructura de la pieza dental.
¿Se puede comer después de una incrustación dental?
Sí, pero se aconseja optar por una dieta blanda, especialmente los primeros días. Si por unos motivos u otros has de comer alimentos duros, haz cortes para que los pequeños trozos sean más fáciles de masticar.
¿Qué precio tiene una incrustación dental?
El precio de la incrustación dental depende del tipo por el que se opte, ya que la cifra cambia bastante en función del tamaño y el material. Aun así, hablamos de un importe que parte de los 240 euros en adelante.
Si necesitas una incrustación dental o cualquier otro servicio, no dudes en ponerte en contacto con cualquiera de nuestras clínicas para pedir cita.
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